Volviendo a descubrir América
El fin de semana pasado, mi chica y yo
fuimos a comprar kamaboko de Okinawa
a la tienda Okinawa Takarajima del mall LaLaport de Yokohama. Al salir de
la tienda, bebí un sorbo de sanpincha
heladito (¡Qué delicia!) y, de pronto, con esa lucidez que sólo se consigue
cuando se está bajo los efectos del ayahuasca, tuve una intuición: que el sanpincha no era nada más ni nada menos
que el vulgar té jazmín que tomábamos en la casa de mi obā. Siempre me había preguntado por qué tomaban té jazmín chino
(era una de las cosas que más se regalaban: té jazmín en su lata cuadrada
amarilla que estaba en cuatro idiomas: chino, inglés, francés y japonés) en vez
de té verde japonés. Ahora lo sabía, claro: en la época del Reino de Ryūkyū,
antes de la invasión de los Satsuma, Okinawa tenía un comercio casi exclusivo
con China, así que no es de extrañar que se hubieran acostumbrado a beber el té
jazmín chino. (¡Y yo que todos los años le mando té verde de Shizuoka a mi tía
de Kumejima! ¿Qué habrá hecho con él? ¿Habrá rellenado una makura?).
No sin cierto orgullo, le comuniqué mi
descubrimiento a mi chica y ella, que no tiene mucha paciencia, me espetó:
-¡Colón! ¿Recién te das cuenta?
No queriendo pasar por ignorante, le dije:
-No, sólo era una broma.
Lo cuento por si hubiera alguien tan
despistado como yo: sanpincha es té
jazmín en uchināguchi y viene del
chino shanpiencha o shanpienshā o shanpenshā (no se sabe muy bien: la cosa es que viene del chino).
No hay comentarios:
Publicar un comentario